Kitsch Glam Magazine

Tras múltiples colaboraciones entre ellos, Conor Oberst (Bright Eyes, Conor Oberst and the Mystic Valley Band), M. Ward (She & Him), ‘Yim Yames’, mejor conocido como Jim James en su proyecto My Morning Jacket, y Mike Mogis (Bright Eyes) unen fuerzas bajo el soberbio nombre de Monsters of Folk, para publicar un álbum homónimo. Este súper grupo hace un recorrido de 15 tracks en el que además del folk, también destacan géneros como soul y gospel que son usados para dar voz a las preocupaciones existenciales de cuatro trovadores de la era digital.

El álbum abre con “Dear God (sincerely M.O.F.)”, una armoniosa melodía donde la banda se vale de arpegios y vocales angelicales al unísono, como si fueran los Bee Gees, para comunicarse, y quizás rendirle tributo a esa gran fuerza mística que, para los intérpretes, ilumina nuestro rumbo con su omnipresencia. Esta canción habla sobre una complicada lucha personal por mantener la fe en algo: “Sometimes it’s nothing to believe in / sometimes it’s everything I see” (“A veces no hay nada en qué creer / a veces es todo lo que puedo ver”). Más allá de nuestras creencias personales, nos brinda un oasis, un respiro para maravillarnos de la majestuosidad de lo que nos rodea. Y como una enredadera que crece sutilmente y teje su entramado hasta cubrirlo todo, las siguientes canciones se introducen en el oído para apoderarse de nuestros sentidos.

“Whole Lotta Losin’” cuenta con un feeling que remite a The Beach Boys y con su animado ritmo nos llena con un aire despreocupado; un sentimiento muy similar al que provoca “Losin Yo Head” rumbo al ocaso del álbum. “Temazcal”, es el tema más cercano a los proyectos del vocalista de Bright Eyes y fácilmente podría pertenecer al Conor Oberst que fue grabado en Tepoztlán. En este tema, él canta acerca de una búsqueda espiritual sin rumbo aparente y de la vivencia introspectiva que ocurre durante el ritual que da nombre a la canción. Este viaje hacia el interior continua en “The Right Place” donde al ritmo de un piano y una guitarra acústica, los cuatro “trova-rockers” nos obligan a interrogarnos: “Do you like what you do? / Do you like what you see when you’re looking at you?” (“¿Te gusta lo que haces? ¿Te gusta lo que ves cuando te miras?”). De este modo, vemos si nos encontramos en el lugar correcto o si no hemos prestado la suficiente atención a los minúsculos detalles que moldean nuestra existencia. Sin embargo, no se aporta nada que los desmarque de una canción de Coldplay con síntomas de mid-life crisis.

Con intenciones igual de fuertes, “Man Named Truth”, uno de las piezas mejor armadas de la producción, deja escuchar el espíritu punk como si lo interpretara Bob Dylan. Esta canción marca una postura tajante en contra de todo aquél que diga tener la verdad absoluta e incita a rebelarnos contra lo establecido para convertirnos en seres más libres: “Don’t ever buy nothing from a man named truth / I’ll tell you right now that there ain’t no use.” (“Nunca le compres algo al hombre que venga en nombre de la verdad / te diré que no sirve de nada”). Con una estética de estación de radio en A.M. o de iglesia rural estadounidense, aparece “Goodway” para ayudarnos a encontrar el camino adecuado en nuestras vidas. El cierre del este lanzamiento es pacífico y gradualmente las canciones bajan de intensidad hasta que desaparecen en “His Master’s Voice”.

Monsters of Folk es la combinación exacta del talento de sus compositores, así como un hiato de sus carreras individuales para embarcarse en un nuevo experimento, al aprovechar el impulso mediático de cada talento particular, para sumarse y autopromocionarse (aunque sea con ironía), como los más grandes expositores de su género. Ambiciones y grandilocuencias de lado, es reconfortante saber que aún hay músicos con preocupaciones verdaderas en la cabeza y que tienen el valor de enfrentarnos a nosotros mismos; que aún hay alguien que ve más allá de la pantalla de su smartphone y se interesa en encontrar eso que nos hace lo que somos: un poco de tierra, aire y agua y otro tanto de maravillas inexplicables de la tecnología.