16 feb 2010


Hot Chip

One Life Stand

(DFA, EMI / 2010)



Los geeks también sienten

por Sofía Muñoz (Chou)


Con sólo ver el título de su nuevo álbum, el quinteto del suroeste de Londres, Hot Chip, nos deja en claro que los geeks también tienen sentimientos: One Life Stand da a entender que la aventura de una noche se puede convertir en pasión de toda una vida. Cuales personajes de Big Bang Theory, Alexis Taylor y Joe Goddard buscan una vida más allá de los circuitos electrónicos y se han puesto el corazón en la solapa.



La cercanía del lanzamiento al catorce de febrero podría no ser una coincidencia. Incluso, en la editorial de Ibero 90.9 se especula sobre las posibles nupcias de Goddard y Taylor con sus respectivas parejas. De ahí que el leitmotiv del álbum sea amor más allá de lo efímero, con canciones que juran compromiso. “Please take my heart and keep it close to you” (Por favor toma mi corazón y mantenlo cerca de ti); “We have love, give it up, give it up / There is nothing else to be proud of” (Tenemos amor, entrégalo, entrégalo / No hay nada más de qué estar orgullosos); “Happiness is what we all want” (Felicidad es lo que todos queremos).



El cuarto de Goddard fungió como taller donde esculpieron esta obra de amor: en One Life Stand la banda obtuvo una mezcla homogénea que le dio continuidad a las canciones, sin que exista un gran sencillo. Las capas electro-geek-pop son cada vez más complejas sin dejar de ser sencillas.



Aunado a sus matices únicos, el material viene apadrinado por los cameos de Fimber Bravo –quien hace percusiones en un steel pan antillano- y Charles Hayward, miembro del grupo de post-punk This Heat. En el afán de experimentar con nuevos ritmos, además de su conocida obsesión por coleccionar cacharros electrónicos, la banda usó instrumentos inexplorados como el fliscorno (una especie de trompeta de sonido liviano). Usándolos de manera alterna, los miembros del grupo exprimieron tonos que fueron bien camuflados para no restarles identidad. Los temas melosos evocados en las canciones no son típicos de la banda, pero supieron manejarlos para movernos interna y externamente sin necesidad de tomar un vaso de agua por aquello de los empalagos.



El sencillo “Take It In” que se dio a conocer a mediados de diciembre contagia ritmos y tonalidades que después de algunas vueltas no pueden abandonar la mente. Los sintetizadores hipnotizan al escucha con sonidos artificiales que se impregnan en el oído y se transmiten al torso, a la cadera, las extremidades inferiores y superiores. Espasmos rítmicos atacan al corazón, lo que da como resultado movimientos corporales voluntarios e involuntarios causados por tracks como “One Life Stand” y “We Have Love”. Descargas eléctricas hacen que se pierda el control del cuerpo, mientras éste pide a gritos sutiles una pista de baile.



Sin embargo, el mensaje transmitido por las letras y los ritmos se rompe con la portada del disco. Una cabeza de piedra [¿romana?, ¿griega?] atada con una especie de cuerdas oculta un mensaje que, probablemente, ni los propios miembros de la banda han podido descifrar. Si bien el álbum podría entrar en la lista de los mejores del año, su arte es digno de formar parte en el ranking de los peores de la década.



Escasos cuarenta y nueve minutos son necesarios para ver reflejado el amor en todas y cada una de las esquinas del disco. Las letras de las canciones, los sonidos y la combinación de estos dos elementos nos dan como única premisa la idea de que, como buenos geeks, los miembros de Hot Chip han explotado su inteligencia para dejarnos perplejos ante una obra sonora que aparenta ser sencilla, cuando en realidad es uno de los casos más claros de sofisticación en la música ¿Será que el quinto álbum hable de bebés? (¿Y el sexto de música infantil?)

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