13 abr 2009

un afán patológico de guardar cosas. Las personas afectadas no se sienten bien si no están rodeadas de sus pertenencias; es decir, de todo lo que alguna vez fue suyo. El síndrome de la urraca tiene relación con el TOC, y en ambos el afán de atesorar es un vano intento de controlar algo en un mundo inestable.

En casos extremos, dice Gitlin, “los guardadores patológicos no pueden moverse en su casa por el estorbo de los objetos acumulados, no encuentran lo que buscan y hacen su morada muy vulnerable a los incendios”. Su trastorno parece menos grave que eso, pero todo es cuestión de grado. Su familia quizá tenga una mejor opinión, y si le aconsejan que busque ayuda, escúchelos.

“No hay criterios absolutos” para calificar esta conducta, ni la mayoría de las expuestas antes, dice el doctor Nando Pelusi, psicólogo clínico de la Ciudad de Nueva York. En los trastornos psíquicos no hay que perder de vista el contexto: “Algo que en un caso es una simple rareza emocional, en otro podría ser una conducta francamente dañina”. Como no existen reglas estrictas, su familia y usted tienen que decidir por sí solos. “Cuando la persona se da cuenta de que la conducta es peligrosa o perturbadora”, agrega Pelusi, “es cuando acuden a psicoterapeutas como yo”.


Un freudiano más bien diría que usted tiene una personalidad retentiva anal.

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