1 oct 2008


TV on the Radio
Dear Science
Por Fo

En la incansable oferta de experimentos melódicos –comerciales o de culto- se puede determinar la barrera entre réplica de influencias y creatividad a partir de éstas. Si se juega con los límites de estos umbrales y se exploran los caminos de la inspiración, los resultados de esta prueba son transmitidos. En tiempos donde proliferan beats plásticos ataviados con vómito fluorescente, es necesario inventar algún Frankenstein que rompa con la costumbre de sonar como videojuego. Por eso reciben tantas alabanzas las creaciones de los científicos de la televisión radiofónica.
TV on the Radio vuelve hacer lo que la crítica tanto les consiente desde su Desperate Youth, Blood Thirsty Babes en 2004 y Return to Cookie Mountain en 2006: hibridaciones de estilos musicales sustentados en el revival del post-punk. El outfit neoyorquino entrega un álbum consistente, innovador y deslava (o consolida) la imagen pretenciosa que les caracteriza. La inquietud innovadora para su obra 2008, Dear Science, derivó en una mezcla de géneros bien lograda que respeta su tradición de piel oscura. Incluyeron sonidos afrolatinos con jazz, funk y shoegaze sin distorsión en un experimento que supera el reconocimiento de sus trabajos antecesores.

Las letras del vocalista Tunde Adebimpe abandonan la imagen apocalíptica ilustrada en Desperate Youth, Blood Thirsty Babes y retoman los esbozos esperanzadores trazados que “I Was a Lover” o “Province” retratados en Return to Cookie Mountain; la visión del Dear Science es promisoria y se avala en declaraciones contundentes que empatizan con los oídos del escucha. Sin romper con el estilo sombrío de su disquera -4AD-, los neoyorquinos incluyen alientos que sutilmente toman el protagonismo de una pieza y hacen arreglos de cuerdas que diluyen la densidad de sus composiciones.

De sus tres entregas, Dear Science es el material más adecuado al Pop. Para empezar este tercer trabajo de estudio, “Halfway Home” da continuidad a “Wolf Like Me” –uno de los sencillos más exitosos del segundo en su discografía- a través de dinámicas guitarras distorsionadas y coros monosílabicos semejantes al doo-wop. Con rapidez sacuden esa etiqueta al hacer una de las inclusiones más célebres en este trabajo: la sección de alientos. En “Crying” se funden las percusiones ágiles y un bajo rítmico con el saxofón de Stuart Bogie –integrante del célebre conjunto de afrobeat Antibalas- para tomar el protagonismo en la canción. Esta presencia continúa y se apodera de “Dancing Choose”, tercer track en el orden.

La tercera producción de estos neoyorquinos da mayores visos de esperanza que sus predecesores. La medular “Stork & Owl” es la primera prueba de esta sensación; finos arreglos de cuerdas y un ritmo acompasado siguen al suave dueto vocal de Adebimpe y Kyp Malone –segundo vocalista y guitarrista- hasta ser interrumpida por súbito silencio. “Love Dog” y “Shout Me Out” inyectan pasividad cual Valium hasta que en la segunda irrumpe una caótica instrumentación a la “European Son” de The Velvet Underground. El momento más claro de romanticismo –y la más amable de la oncena de canciones- es la conmovedora “Family Tree”; melcocha encantadora que probablemente escucharemos en el final de algún capítulo de la siguiente temporada de Grey’s Anatomy.

Funk aletargado con trompetas temperamentales y programaciones metálicas separan a “Golden Age” del regreso al sonido usual del grupo. Dave Sitek –otrora guitarrista y productor de este material- integró congas con violines y saxofones con bases rítmicas kraftwerkianas para estructurar con elegancia el primer sencillo promocional del disco.

Para cerrar el manifiesto optimista por el tiempo electoral venidero en EUA, la sección de alientos en la orquesta radio-televisiva toma el control en una oda al cambio de aires. Reaparecen el saxofón de Bogie y la flauta de Martín Perna –el otro Antibalas- para que “Lover’s Day” de ritmo a la vigorosa marcha por el augurio ansiado en Dear Science. Un final determinante para las once muestras de que el talento pone en duda la etiqueta de pretencioso.

Pese a ser consentidos de la crítica, el quinteto cuestionó sus propias teorías y se aventuró a romper los resultados previos para lograr uno mejor. Sin dar mayor crédito a las altas calificaciones de sitios como Metacritic o Pitchforkmedia, Dear Science coloca a TV on the Radio en un pedestal ante el resto de sus contemporáneos. Este Frankenstein prueba que las armonías de probeta no superan la ciencia de la música creativa.

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